“Se ve, pues, que en nuestras suposiciones no hemos asignado limite alguno a los productos de la tierra. Los hemos concebido como susceptibles de un aumento indefinido, como queriendo sobrepasar todo límite por muy grande que fuese el que se le designase.” - Thomas Malthus, Ensayo Sobre el Principio de la Población – 1798
Hace algunos días el mundo supero la población de 7.000 millones de personas. Obviamente, esto es una cifra record, como lo es cada día mientras la población aumenta a tasas cada ves mas altas. En primera instancia observándolo desde un punto de vista técnico de la economía podríamos decir que esto es algo muy bueno, dado que el limite al crecimiento de los países está dado por su nivel de población. Sin embargo desde un punto de vista de observación objetiva de la realidad existe otra perspectiva: el planeta nos esta pidiendo una tregua.
Thomas Malthus
Malthus fue uno de los primeros economistas y está considerado dentro de la economía clásica. Como la mayoría en su época, este personaje era de origen británico junto con otros que lo acompañaban en su tarea de describir la economía y el sistema capitalista como Smith o Ricardo. Sin embargo, mientras estos buscaban una manera de darle un optimo de eficiencia a la economía en un contexto de libre comercio y velaban por la no intervención del estado, Malthus se focalizó en un tema innovador para su época: el crecimiento de la población.
Su libro “Ensayo sobre el Principio de la Población ” destaca el crecimiento del factor demográfico diciendo que los alimentos, que son el sustento de esa población, no crecen a la misma velocidad. Por lo tanto, los medios de subsistencia limitan el crecimiento de la cantidad de individuos y que, en caso de que este crecimiento no se detenga se produciría lo que se conoce como la “Catástrofe Malthusiana”. Esta catástrofe augura que la falta de alimentos a nivel mundial produciría guerras, masacres, muerte, epidemias y hambrunas que culminarían en la reducción de la población para que la existencia de la raza humana pueda perpetuarse.
Sus proposiciones no son nada alentadoras: toma como un hecho de que los seres humanos se seguirán reproduciendo y que ese crecimiento solo puede ser regulado por catástrofes dado que la tierra es un factor escaso (tal como describía Ricardo) y que por lo tanto la cantidad de alimentos que se pueden producir es limitada.
En su teoría, Malthus toma una serie de supuestos que, a priori, refutan sus “predicciones catastróficas”. El primero se refiere principalmente al crecimiento de la población de manera exponencial, mientras que señala que los alimentos crecen de manera lineal. El segundo que se relaciona con el primero, es que olvida el factor tecnológico, dado por sentado que solamente se puede producir lo que se obtiene a partir de la tierra de forma natural sin considerar, por ejemplo, métodos de fertilización, mayor cantidad de eficiencia en la asignación y creación de recursos, etc.
La historia demuestra que la profecía de Malthus no ha ocurrido y que probablemente no ocurra tal cual como lo describió. Si bien el precio de los alimentos ha aumentado por la demanda que presentan los países como China, los métodos intensivos para la cría de animales de consumo humano y la tecnología aplicada a la producción agropecuaria se han vuelto más eficientes y han acompañado el crecimiento demográfico.
Sin embargo, hoy en día se presentan otros aspectos que se basan en los catastróficos principios maltusianos. El terremoto en Chile, en Haití y en Japón y el tsunami que golpeo inmediatamente después a este ultimo país; las inundaciones poco mencionadas en Pakistán, Portugal y Australia; la desaparición del Mar Aral; la erupción de volcanes; y no olvidemos el hecho que marco la alarma a nivel mundial: el terrible tsunami que golpeo al sudeste asiático en 2006 y las olas de tsunamis provocadas por un maremoto en 2004 en toda la costa del océano indico.
¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué en los últimos 10 años hemos vivido tantas catástrofes a nivel mundial? ¿Por qué existe y qué consecuencias traen las islas de basura en los océanos?
A partir del principio del proceso de la revolución industrial hacia nuestros días el ser humano ha hecho crecer de una forma impresionante su nivel de vida. Con sus falencias y virtudes, es innegable que el capitalismo y la globalización nos han dado gran cantidad de riqueza a la humanidad y que hemos desarrollado una capacidad intelectual y tecnológica que nos sorprende diariamente.
Sin embargo dentro de este contexto de aumento poblacional y crecimiento acelerado, el ser humano se ha obsesionado con conceptos como la competitividad y la eficiencia para lograr mayor cantidad de beneficios, tanto para el individuo como para la sociedad.
Respecto a la competitividad, existen dos matices.
- Primero existe la competitividad como visión de una empresa o de un individuo. Esta competitividad no consiste en lograr un precio menor, si no mayor cantidad de beneficios por parte del oferente hacia el demandante. La excelencia en la atención, la aplicación de tecnología de punta o hasta sellos que demuestren el compromiso con el medio ambiente son formas de competitividad. En los individuos esta competitividad pasa, por ejemplo, por un mayor nivel de capacitación.
- En segundo lugar, existe la competitividad vista desde el punto de vista del costo. El objetivo es tratar de disminuir los costos, tanto fijos como variables, lo más posible para generar una disminución del precio final del bien y de esta manera ser más competitivo. Este concepto no solo se aplica a la industria, también se puede aplicar en un trabajador el cual está dispuesto a ofrecer mayor cantidad de horas de trabajo por un igual o menor salario.
Mientras que la primera competitividad se presenta como una forma de superarse a si mismo y lograr una mayor calidad en la oferta, la segunda se presenta con una actitud depredadora hacia el planeta con una actitud de “el fin justifica los medios”. Disminuir costos significa no seguir normas ambientas, reducir salarios y buscar, a su vez, que los proveedores tomen la misma actitud para disminuir los costos para que los insumos de la empresa que los compra sean más baratos. ¿Por qué entonces no se compite por calidad y si por precio? Porque el consumidor, en términos generales, compra por precio. Las clases más bajas, que son mayoría en el mundo, no compran los bienes y servicios de mayor calidad, compran los bienes más baratos para poder satisfacer la mayor cantidad de necesidades y deseos posibles y eso causa que las empresas se vean obligadas a obsesionarse con disminuir los costos.
Por otra parte existe un concepto muy parecido a la competitividad denominado eficiencia. Eficiencia es “lograr el fin con el menor costo posible”. Bueno, queridos lectores, déjenme decirles que visto de esta manera y observando la realidad, la eficiencia de hoy en día es totalmente ineficiente.
Reducir costos, como charlamos en el concepto de competitividad, significa tomar medidas supuestamente eficientes, sin embargo esta “eficiencia” es a costo de destrucción de los recursos naturales que nos proporciona el planeta y nos estamos encargando de agotarlos, y cada ves más rápido. Yo diría que el concepto de eficiencia que se utiliza hoy en día es “lograr el fin con el menor costo de corto plazo posible”.
La obsesión por el crecimiento económico, la competitividad, la eficiencia mal interpretadas y la acumulación de capital por parte de un ser humano que se ha convertido en un depredador descontrolado de su propio planeta están causando los desastres que mencionamos anteriormente. “Homo homoni lupus” - “El hombre es el lobo del hombre” popularizo una ves Thomas Hobbes en su obra “El Leviatán” y parece que no es el único que retrato lo que se viene. Malthus, con todas las carencias que presenta su obra basada en supuestos que no son aplicables a la realidad, predijo estas catástrofes desde la observación de la realidad.
El hombre es lobo del hombre por la competencia por el factor escaso: la tierra. Pero no la solo tierra concebida como territorio, si no vista desde el punto de los recursos que proporciona. Las guerras contra los gobiernos autoritarios de Medio Oriente en la primavera árabe o las invasiones de las potencias a Irak y Afganistán son la prueba de la competencia por la fuentes de energía que nos proporciona el planeta y demuestran que el “largo plazo” ya llego y la ineficiencia en la asignación de recursos esta dando sus “frutos”.
La corrupción, el hambre, la destrucción del planeta, la pobreza, el cáncer en la proporción que existe hoy, la depresión, la mayoría de las alergias, la desaparición de especies, las guerras son solo algunos nombres en los cuales toma forma las catástrofes malthusianas y que están causadas por la obsesión del ser humano depredador que busca su propia riqueza y es avaro frente a aquellos que están desposeídos. La cultura del mayor beneficio a costa de todo tanto en la compra de bienes más baratos como en la producción de los mismos es lo primero que hay que cambiar. Solamente tomando conciencia de a poco se puede transformar esta realidad y evitar la catástrofe que ya esta ocurriendo. Solamente una asignación de recursos realmente eficiente y que compita por calidad puede crear una producción sustentable que haga que la humanidad pueda seguir un curso de riqueza y plenitud humana basada en principios éticos y no en acumulación.
Los invito, no a cambiar sus modos de vida, pero al menos a tomar conciencia y que entre todos tratemos de hacer llegar este mensaje. Hagámoslo por las generaciones que vienen y por respeto a aquellos que ya han sido victimas de la inmensa fuerza de nuestro planeta que hasta ahora, y sin pedir nada a cambio, nos ha dado el soporte material de tanta riqueza la cual no hemos sabido aprovechar.
Si les interesa el tema, les dejo el video de una conferencia muy interesante sobre bancos, capitalismo, medio ambiente y ética. Un profundización más completa de todos estos temas.
Saludos!
Alejandro Tomás Scasserra